Levantarse de la cama, y más si es lunes no es algo fácil para
nadie. Dejar de lado el maravilloso mundo de los sueños por el estruendoso
sonido del despertador, no es la forma más deseada de volver a la realidad, tal
vez porque en el fondo, deseamos seguir inmersos en nuestro mundo “perfecto”.
En mi caso por si fuera poco con una alarma tengo dos; la mía y la
de mi compañero de piso, eso cuando el vecino del ático no tiene que madrugar,
ya que de ser así mi vuelta a la
realidad se convierte en un concierto improvisado de despertadores nada
agradable. Son las siete, en ese momento me encantaría poder apagarlos todos y
darme media vuelta, pero es entonces cuando termino dando un salto de la cama
al recodar que tengo el primer turno en el baño y he de darme prisa si no
quiero perderlo. Es lo que pasa cuando tienes que compartirlo con cuatro
personas más… Es lo que tiene vivir en un piso de estudiantes.
Total que cada día cuando mi amigo el escandaloso suena tengo la
sensación de estar escuchando la señal de salida para la primera carrera del
día, esa que me sitúa bajo la ducha con la que cada mañana me peleo para
regular la temperatura y todo esto cuando las calles aun no han visto la luz
del sol. Salgo corriendo del baño, entre otras porque mi compañero ya esta
“picando” a la puerta… Sí, es valenciano, algo que puedo comprobar nada más
levantarse por sus canticos típicos de la “terreta” ¿quién quiere escuchar a
Lady gaga de buena mañana teniendo a un aspirante a Francisco en casa?
Son las siete y cuarto y ya llego tarde a coger el metro, comienza
mi segunda carrera; desayunar deprisa y corriendo mientras me termino de
vestir, algo que puede parecer fácil, pero nada más lejos de la realidad
¿habéis probado alguna vez a abrocharos los cordones mientras te bebes el café?
La ley de la gravedad esta por algo y lo de beber boca abajo no siempre es algo
sencillo.
El reloj marca la media mientras termino de meter a toda velocidad
lo necesario en el bolso para la mañana, y todo esto sin hacer ruido ¡¡como si
fuera tan fácil!! Sobre todo cuando sales al rellano e intentas mantener la
puerta del ascensor abierta para que no te lo roben mientras cierras
“cuidadosamente” la puerta de casa para no despertar a tu otra compañera de
piso… Ya sé que los ascensores no se pueden robar tan fácilmente, al menos no
creo que a nadie le quepa uno en el bolsillo, pero cuando estas en plena
carrera por llegar al metro a tiempo se convierte en tu única obsesión.
Ya en la calle de camino a la parada saco la mejor arma para
intentar volver a conectar con mi particular mundo perfecto; mi MP3, es lo que
tiene ser estudiante que el sueldo no llega para un i Pod, y así practicar el
deporte oficial de los medios de
transporte… El soñar despiertos. Unos eligen la música, otros los libros… bueno
o los i Pad ya que con las nuevas tecnologías el papel es de los pocos que
puede quedarse durmiendo un lunes por la mañana, pero todos al fin y al cabo
buscan una vía de escape a la rutina diaria.
Algunos aprovechan para planificar una escapada a algún país al
que anhelan viajar desde hace años, otros sueñan con conseguir el trabajo de su
vida; tal vez son actores, músicos, profesores o vete tú a saber, que se
dirigen a un trabajo que nada tiene que ver con el que recrean cada mañana en
el trayecto de metro.
En mi caso intento buscar la salida a esos anhelos y la forma de
hacerlos realidad. Esto solo puede parecer un sueño en sí, pero ¿quién dijo que no se pueden cumplir?
A veces tengo la sensación de vivir en una sociedad que prefiere
soñar a hacer realidad sus sueños, tal vez por eso todos hacemos el intento de
apagar nuestros despertadores cada día y darnos media vuelta. Hablando de
despertadores el altavoz del metro anuncia mi parada…¡¡Buenos días!!
Bianca Ruano