LA COMIDA EN MANOS DE CORPORACIONES MULTINACIONALES
Una de las pocas necesidades básicas que aún conservamos de la era de piedra es la de comer para abastecernos de energía. Sin embargo, este habito natural ha cambiado más en los últimos 50 años que en toda nuestra historia; hasta tal punto que el camino entre criaderos, huertas y supermercados se ha disuelto en una cortina de humo creada básicamente por las industrias alimenticias. Estas industrias han cambiado la manera de hacer alimentos: desde que en 1948 los hermanos McDonald decidieron incorporar el sistema de producción en masa a sus restaurantes, el modo de concebir la obtención de carne cambió totalmente; sobretodo bajo la concepción de que no importa la parte del mundo en la que estés, porque la hamburguesa de McDonals siempre sabrá del mismo modo. No es relevante de qué compañía o franquicia hablemos, 60 años más tarde el sistema de producción de alimentos ha cambiado de tal forma que prácticamente no existe ya alternativa. Cargill, Tyson, Danish Crown, MonSanto o American Smithfield son sólo algunas de las pocas compañías transnacionales que controlan la carne y el grano, y luchan cada día para que el sistema que les permite ganar altos beneficios siga en marcha. Nuestra alimentación está en sus manos, ¿hasta qué punto sufrimos las consecuencias?
La industria del pollo
En 1960 se necesitaban al menos 70 días para engordar a un pollo antes de ingerirlo, a día de hoy, con 50 es suficiente para obtener uno casi el doble de grande. Los criaderos de pollos son lugares oscuros en los que no existe la luz del sol y en los que estas aves viven pegadas las unas a las otras, en un conjunto de heces y polvo en el es difícil respirar. Así lo muestran las imágenes de un documental envuelto de polémica, Food Inc. , que revela las condiciones de vida abusivas de animales y trabajadores impuestas por las corporaciones multinacionales de alimentos. Las exigencias del mercado han impulsado a estas empresas a rediseñar el pollo: han aumentando exponencialmente el tamaño de sus pechugas y su peso, provocando con ello que sus huesos y órganos internos no se adapten a este crecimiento y no aguanten siquiera el peso que cargan. Los granjeros siguen este modelo para adaptarse a un sistema masivo y para convertirse en proveedores de las compañías dominantes. Han perdido el control sobre su propio negocio y deben seguir las pautas establecidas para poder vender sus productos. Vince Edwards, granjero de Kentucky y proveedor de la empresa Tyson, afirmó para Food Inc. que criar animales se había convertido en pura ciencia y negocio, “¿si se puede criar aun pollo en 49 días, quién va querer alguien que los críe en 3 meses?”
El maíz
La etiqueta del 90% de productos de la cesta de la compra revela la presencia del maíz , sobretodo del jarabe de maíz alto en fructosa o el almidón, en casi todos los alimentos que ingerimos. Esto es posible debido a la manipulación científica del grano que permite crear alimentos precocinados que no se echan a perder en la nevera. Alimentos que conforman la dieta básica de muchos hogares. El maíz es la materia prima por excelencia, se produce a bajos costes y se vende a bajos precios; sobretodo, respaldado por subvenciones y por grandes corporaciones con la finalidad de alimentar a los animales a un precio bajo y disminuir así el precio de la carne para aumentar el consumo.
La industria vacuna
Las vacas no están diseñadas evolutivamente para comer maíz, sino hierba; pero éste es más barato y les engorda más rápido. La consecuencia de esto es noticia desde hace algunos años por la infección de E.Coli 1057:h7 de muchos ciudadanos, sobretodo estadounidenses, tras comer carne de vaca. Esta bacteria es una mutación creada por una dieta alta en maíz que se traspasa mediante el contacto con las heces. En los criaderos de vacas los rumiantes tienen poco espacio para pasear, y aunque lo tuvieran, su peso es tal que a penas pueden moverse. Por lo tanto, el contacto continuo con las heces llena su piel de esta bacteria y permite una infección masiva. En un matadero donde se sacrifican 400 vacas por hora, ¿cómo evitar que esta bacteria pase de la piel a la carne? Según se afirma en Food Inc. , esto podría solucionarse volviendo al sistema tradicional de pasto, donde las vacas se desprenderían del 80% de E.Coli en sólo 5 días. La industria , no obstante, nunca pone fin a los problemas del sistema mediante remedios naturales, sino tecnológicos. La tecnología parece ser siempre la solución coyuntural para problemas estructurales. La del E.Coli ha sido el uso de amoníaco para matar las bacterias.
El sistema de consumo y producción actual genera lo que suelen denominarse daños colaterales. De los antiguos sistemas de generar alimentos también se originaban consecuencias indeseadas, sobretodo las pérdidas de cultivo y las enfermedades del ganado. No se debe obviar por tanto el triunfo de algunos pesticidas, máquinas para conrear la tierra, vacunas para animales… Sin embargo, tampoco es lícito cerrar los ojos ante unas empresas que cambian los alimentos y se escudan en la tecnología para aumentar las ventas. La obesidad, la diabetes y los malos hábitos alimenticios se achacan siempre a una irresponsabilidad personal, quizás sea cierto, pero quizás también es otro daño colateral del sistema, ¿no se puede acostumbrar a los humanos a la basura si se ha acostumbrado a la vaca al maíz?
Mónica García
Ver documental de Food.Inc , base de este artículo.
Reacción de Monsanto ante el documental:
pues hay muchos alimentos ecológicos y de producción natural, en nuestras manos está su supervivencia en el mercado- y también podemos organizar manifestaciones por internet, exigir el cierre de alguna que otra empresa o matar a algun responsable :)-.
ResponderEliminarMATAR? jajaja no es cuestión de matar, pero si de revelación. En fin, somos nosotros los culpables, pues somos quien los consumimos y así, alimentamos el problema. Enhorabuena por el artículo, excelente!
ResponderEliminarSi quieren ver como preparan la carne en los mataderos, miren "Terricolas"
ResponderEliminar