domingo, 26 de diciembre de 2010

Algunas pequeñas curiosidades de Valencia...

Valencia es pequeña pero curiosa. No es la ciudad más bonita del mundo, ni tiene una de las ocho maravillas como atracción turística, ni siquiera un estilo arquitectónico definido. Además, parece que tiene algunos “defectillos” políticos en los que no voy a meterme y la educación no es, por lo general, su huella característica. Sin embargo, y perdonen la subjetividad que me envuelve pues es mi ciudad natal, es digna de visitar, y si cabe, de conocer.

Fachada más pequeña de Europa
Valencia tiene ese olor especial a paella, horchata y buñuelos; pero aunque es eso lo más típico de la comida tradicional, fíjense que en el libro de los Guinness destacamos porque el gremio de carniceros de la ciudad ha confeccionado el chorizo más grande de todo el mundo. Nada de tonterías, si lo más grande es un embutido, lo más pequeño que tenemos con respecto a Europa es una fachada (podría ser la formación, pero como no participamos en el informe Pisa…).  Se trata de un edificio en la plaza de Lope de Vega que mide a penas un metro de ancho a pesar de constar de 5 alturas, y tiene, como no puede ser de otra manera, una ventana por cada planta. Somos detallistas por naturaleza, tanto, que la puerta yace sellada y la fachada condenada al olvido. Como tantas otras cosas…

Las Torres de Quart , puertas de la antigua muralla cristiana de la ciudad, son conocidas por todos por la verbena que solía rodearla en tiempos de Fallas ( el barrio de Blanqueríes), pero no como las torres que resistieron a los cañonazos que mandó ejecutar el general Mancey durante la Guerra de Independecia , de los que aun quedan huella y en los que anidan algunas aves exóticas que han aparecido en Valencia en las últimas décadas. De aves va la cosa, y es que nadie sabe ni de donde ni porqué han aparecido (parece ser que no quieren ser mascotas domésticas) , pero el cauce de la ciudad está tan lleno de loros que el Ayuntamiento ha abogado por su retirada, conjuntamente con la de las palomas, para garantizar una ciudad más limpia. No es por especular, pero..¿puede que este ápice de exotismo en la ciudad haya emigrado seducido por los brillos de las luces de nuestros semáforos? Valencia es la ciudad con más semáforos por habitante, uno por cada 750 ciudadanos, ya que dispone del mayor número de intersecciones reguladas. Hasta Madrid (uno por cada 2.700) , Barcelona (uno por cada 2000) y Bilbao (uno por cada 198) se nos quedan a la cola… para que luego digan. Y es que se escucha a veces que en la mayoría de cosas estamos atrasados, pero parece que los jóvenes somos gente muy informada, de hecho, según datos publicados en el 20 minutos, casi el 80% de nosotros sabemos cuánto vale un gramo de cocaína. Pero aunque en Valencia pasen cosas como esta, o como el XéqueXéque digno de eurovisión o las peleas entre vecinas a la altura de un reportaje de cuatro, sigue siendo una ciudad preciosa, de pequeños encantos, tradiciones… ¿Dónde sino se celebraría un tribunal patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad, con reunión cada jueves en la Plaza de la Virgen al son de las campanas del Miguelete y al grito de: “denunciats de la sèquia de…” que cuida más de la lengua valenciana que la propia política lingüística? Ojo, y con capacidad sancionadora desde tiempos inmemorables. Y es que a los valencianos nos va mucho todo eso de salvaguardar nuestro patrimonio y nuestras costumbres, de hecho, parece que en unos años  habrá desaparecido el antiguo barrio marinero de Valencia, ese Cabañal tan conservado...

Menos mal que nuestra histórica pequeña Venecia quedará intacta. Una zona residencial bonita sin duda, con fachadas de tonos pastel y pequeñas lanchas amarradas en el canal que se adentra hacia las viviendas, niños jugando, volando cometas, parejas declarando su amor… ¿Conocerán la Albufera? Mucho menos valenciana por supuesto y menos tradicional… Sólo un área natural con un pequeño lago de agua dulce que los árabes denominaron Espejo del Sol y en el que Blasco Ibáñez ambientó su novela Cañas y Barro. Contaba con 30.000 hectáreas en la época de los romanos pero gracias a la maravillosa mano del hombre, ahora cuenta con 2.800 y algunas especies en peligro de extinción. Y sin embargo, es un lugar donde no sólo son bonitos los amaneceres o atardeceres, sino donde hasta los crepúsculos invitan a quedarse parado durante horas, observando. La esencia de Valencia no se resiste, perdurará y perdurará aunque parece que intentamos evitarlo. 
 
Y es que toda una ciudad está llena de particularidades, buenas y malas como en todos lados, algunas que merecen preservarse y otras que son transitorias, locuras de un gobierno u otro, de una juventud alocada o de una vejez olvidada…Y Valencia, como cualquier otra, es única e inimitable. No podemos dejar que deje de serlo.                                                                                                               
Mónica García


3 comentarios:

  1. QUE BIEN LO HACES, CUANTO ARTE Y ESTILO TIENES PARA SACAR UN ARTICULO TAN ENTRETENIDO Y DE FACIL LECTURA. ANIMO!!!!!

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  2. A Valencia le sobra el AVE!

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  3. Respecto al último anónimo recomiendo leer este artículo:

    http://www.elpais.com/articulo/Comunidad/Valenciana/numeros/AVE/elpepiespval/20101213elpval_9/Tes

    Para quedaros con más puntos de vista, leer los comentarios, son cortitos y plasman un poco la diversidad de opiniones!
    Un abrazo

    Moni

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