lunes, 26 de diciembre de 2011

Una cultura sobre ruedas

Estos días de puente, o “acueducto” -como lo prefieren llamar algunos- los he pasado en Holanda. El viaje lo tenía planificado desde hacía ya bastante tiempo, ya que quería visitar a una buena amiga que está de Erasmus en la pequeña ciudad de Utrecht. Holanda es un lugar precioso, se respira en el ambiente y uno siente en el cercano trato de sus gentes. Sea como sea, lo que más me ha gustado de sus costumbres y su cultura, es su pasión y su respeto por las bicicletas. ¡Cuántas hay! En el país de los tulipanes, lo normal es que éstas tengan preferencia sobre los coches. Las bicis llenan las calles y tienen párquines aparcamientos específicos de hasta dos pisos. ¡Jamás había visto tantas bicicletas por metro cuadrado! En Valencia en cambio, la cosa es muy distinta.

Mientras que los tranquilos holandeses disfrutan de las dos ruedas, unos dos mil kilómetros al suroeste, los valencianos tienen cada vez más dificultades para utilizar este ecológico medio de transporte. En Valencia, si hasta hace poco ya era difícil y arriesgado -toda una aventura- utilizar la bicicleta, entre conductores alocados, ahora a eso, hay que añadirle el riesgo a que te pare un agente y te aligere el peso de la cartera. La campaña municipal lanzada hace más de una semana por la Policía Local de Valencia para “dar a conocer la nueva normativa de Circulación”, se ha plasmado en más de 500 multas -algunas de ellas de más de 200 euros- que ha causado la indignación entre los ciclistas.

La campaña nace, en teoría, para velar y controlar el buen uso de la bicicleta. Sin embargo, bajo mi punto de vista detrás de esta normativa hay otros fines de tipo económico. Puedo entender que sea importante que todos los ciclistas respeten las normas de circulación, pero de ahí a multar indiscriminadamente, hay una gran diferencia. Los ciclistas son el grupo más desprotegido, ya que éstos se juegan la vida a diario por circular por las calles pedaleando sobre dos ruedas. Si a ese riesgo le añadimos la posibilidad de que la policía te multe, la cosa se complica. La falta de educación vial de gran parte de los automovilistas, así como de infraestructuras y señalización adecuadas, es la principal causa de los atropellos que pueden causar graves daños a los usuarios de la bici, quiénes a su vez son los más castigados por la campaña. Lo realmente necesario es la construcción de más carriles específicos para la circulación de las bicicletas y normas que aumenten la seguridad de los ciclistas.

Ya es hora de que el gobierno apueste por la bicicleta. Lo que realmente tiene que hacer el Ayuntamiento de Valencia es fomentar su uso, en vez de penalizar a sus usuarios a base de multar. Ir en bici es sano y respetuoso con el medio ambiente. Ya lo decía Albert Einstein, “La vida es como la bicicleta, hay que pedalear hacia adelante para no perder el equilibrio”. Bien, pues de momento la bici de los valencianos se tambalea. Esperemos que el Ayuntamiento de Valencia rectifique. Hasta que ese día llegue, siempre nos quedará Holanda.  

Samuel López.

sábado, 17 de diciembre de 2011

La "transparencia" de la desinformación

Internet, crisis, redes sociales, WikiLeaks, poder, política, censura, dependencias… Hablar de Ignacio Ramonet es hablar de un periodismo crítico, directo, reflexivo, y en ocasiones  crudo con la profesión ya que pocos se atreven a hablar de manera tan clara sobre él, y más concretamente de los entresijos que se ocultan bajo la “espectacularización”  actual a la que nos tienen acostumbrados los medios. En su libro La explosión del periodismo, de los medios de masas, a la masa de los medios, encontramos una “radiografía” de la actual crisis de la prensa, en la que nos muestra algunas de sus zonas más desgastadas, y en las que necesita tratamiento con mayor urgencia.

Ya lo dice el refrán “no es oro todo lo que reluce”… La función de control heroico que ejercían antaño los medios sobre el poder, en defensa de la democracia, ya no es lo que era. Y es que a día de hoy se han cambiado las capas de “Superman” que lucían los medios tradicionales por los inmensos recursos financieros de "LexLuthor", en lo que se ha convertido una lucha por el poder de la comunicación. En esta situación nos queda una prensa dependiente del Estado y las ayudas públicas, o lo que es peor, de las empresas mediáticas que en su afán de evolución y crecimiento anteponen la libertad de empresa a la de información ¿y quién sale perdiendo? El periodismo de calidad, ese del que se tiene que prescindir por resultar caro, y en ocasiones, contrario a los beneficios de las empresas. Esto es lo que ha ocurrido con el periodismo de investigación, los reportajes, y el empleo de tiempo para contrastar y profundizar en un tema, para que cuando una noticia saliera a la calle, no fuese horas después corregida como sucede en la red a diario por falta de conciencia a la hora de realizarla. Y es que cuando un periodista comienza a desempeñar funciones que no son de su competencia debido a los recortes, la calidad es lo primero que se ve reducido. Y entiéndase que no estoy volcando la culpa sobre los periodistas. 


Ya no hay héroes y villanos en una historia en la que quien se lleva la peor parte es la sociedad, quien está perdiendo el único pilar de presión que le quedaba ante la “censura” democrática; el periodismo independiente. Como decía Pulitzer “La republica -en este caso la democracia- y los medios caerán a su vez” necesitamos de ese periodismo crítico que ejerza presión a un sistema cada vez más mediatizado. Los grandes holding se están convirtiendo en los amos y señores del mundo sin importarles lo más mínimo anteponer sus objetivos empresariales al derecho a la información. Solo tenemos que ver el caso de Berlusconi, claro ejemplo de cómo dominando un medio, obtener los votos necesarios para alcanzar la presidencia de un país como Italia es “pecata minuta" ¿Dónde está aquí el control y la presión de Superman? Ya no es cuestión de ver quién es el malo o el bueno en este panorama mediático, es cuestión de analizar los fallos de un sistema cada vez más viciado en el que poco importa ya la voz de la sociedad, y donde la autocensura de los periodistas, debida a su precariedad laboral, nos está llevando a un periodismo de declaraciones donde las informaciones salen ya elaboradas de los gabinetes de prensa, con la falta de objetividad que eso conlleva, y a un efecto biombo con el que se oculta las noticias que realmente tienen importancia bajo toneladas de informaciones efímeras de apenas unas horas de vida. Y es que se le echa la culpa de la crisis de los medios tradicionales a internet y a la revolución que esta a traído consigo, pero ¿y qué hay de la pérdida de confianza en los medios, la comercialización de la información y el desprestigio de una profesión que navega por mantenerse a flote?


La explosión del periodismo es una obra muy recomendable para hacernos reflexionar, a profesionales, o no, sobre el panorama de la comunicación actual, pero sobre todo para preguntarnos ¿Quién se esconde tras esa explosión y con qué objetivo? Porque no toda la información que esta es la que existe, y la que no existe no es porque no se haya creado, si no que en ocasiones intenta ser ocultada entre revoluciones y espectáculos.


Bianka Ruano

sábado, 3 de diciembre de 2011

La importancia del calzado…

Algunos no se dan cuenta del calzado, ni mucho menos de su importancia y del motivo que se esconde tras su elección. El calzado nos protege de las heridas; nos aísla del frio y de la humedad; evita que nos “ensuciemos los pies” en nuestro recorrido por la vida… Son como nuestro escudo al andar por ella, pero, ¿qué pasaría si nos atreviéramos a andar sin él?

Algunos ni se lo plantearían: “¿Ir descalzos por la vida? ¡¡¡Pero qué locura es esa…!!!” Y es que estamos acostumbrados a caminar con nuestras “protecciones”, aunque no seamos capaces de reconócelas como tal, ¿o acaso tu eres una de esas personas que creen andar sin barreras por la vida? Que no queramos ver algo, o darle la importancia que tiene no significa que no exista, de no ser asi, ¿por qué llevamos todos los “zapatos” puestos? En mi caso, yo solo me atrevo a quitármelos al llegar a casa, de hecho, es lo primero que hago al entrar… Para mi es una liberación, una forma de tomar contacto y de sentir. Sentir el frio del suelo, las texturas de las alfombras y de todo lo que piso… Incluso no temo ensuciarme, a fin y al cabo, es mi casa, mi espacio, un entorno seguro. Fuera, en la calle, ni me lo planteo, aunque nunca reconozca mi dificultad a la hora de elegir mi calzado.
Hay zapatos que nos vienen grandes, en los que nos perdemos; pequeños, que nos asfixian hasta herirnos; y otros con los que, con tal de aparentar normalidad, y a pesar de su incomodidad, somos capaces de poner la mejor de nuestras sonrisas en vez de gritar de dolor. Algunas personas eligen su calzado por comodidad, otros por miedo a las alturas, otros por aparentar una vida que no llevan. Hay miles de zapatos y  hormas para cada tipo de personas y vidas. Cambiamos de calzado según la ocasión lo requiera, y siempre buscamos el más adecuado según lo que se espere de nosotros en cada momento. Pero si somos nosotros quien los elegimos, ¿por qué en ocasiones nunca terminamos de encontrarnos cómodos en nuestros propios zapatos?

En mi caso, por más zapatos que me pruebe o elija, por mucho que me gusten y busque la mejor calidad, nunca termino de sentirme cómoda con ninguno; o me siento inestable, incomoda, insegura, o directamente no sé como encajarlos con mi vestuario… Para mí los zapatos tienen importancia, simbolizan nuestra manera de pisar por la vida, nuestros miedos, nuestras incomodidades y limites: Esas barreras que nos ponemos en la vida, muchas veces de manera automática, para alejarnos de aquello que sentimos una amenaza. Puede parecer extraño, pero ¿por qué si no te calzas un tacón de 10 cm para acudir a una entrevista de trabajo; o unas botas de agua para aislarte de la lluvia; o unas deportivas para hacer deporte? Lo queramos o no, todos tenemos nuestro mecanismo de defensa en la vida, solo que en algunos esta tan instaurado que no llegamos ni a darle importancia, olvidándonos que existe. Pero si está ahí es por algo. ¿De qué te quieres proteger, por qué no te sientes cómodo? Y lo que es más importante: ¿Qué pasaría si dejaras a un lado esas barreras y te atrevieras a vivir “descalzo”? 
¿Qué pasaría si te parases a reflexionar en la importancia del calzado?


Dedicado a todos aquellos que están buscando esa "horma" en la que sentirse cómodos con ellos mismos.

Bianca Ruano