Estos días de puente, o “acueducto” -como lo prefieren
llamar algunos- los he pasado en Holanda. El viaje lo tenía planificado desde
hacía ya bastante tiempo, ya que quería visitar a una buena amiga que está de
Erasmus en la pequeña ciudad de Utrecht. Holanda es un lugar precioso, se
respira en el ambiente y uno siente en el cercano trato de sus gentes. Sea como
sea, lo que más me ha gustado de sus costumbres y su cultura, es su pasión y su
respeto por las bicicletas. ¡Cuántas hay! En el país de los tulipanes, lo normal
es que éstas tengan preferencia sobre los coches. Las bicis llenan las calles y
tienen párquines aparcamientos específicos de hasta dos pisos. ¡Jamás había
visto tantas bicicletas por metro cuadrado! En Valencia en cambio, la cosa es muy
distinta.
Mientras que los tranquilos holandeses
disfrutan de las dos ruedas, unos dos mil kilómetros al suroeste, los
valencianos tienen cada vez más dificultades para utilizar este ecológico medio
de transporte. En Valencia, si hasta hace poco ya era difícil y arriesgado -toda
una aventura- utilizar la bicicleta, entre conductores alocados, ahora a eso,
hay que añadirle el riesgo a que te pare un agente y te aligere el peso de la cartera.
La campaña municipal lanzada hace más de una semana por la Policía Local de
Valencia para “dar a conocer la nueva normativa de Circulación”, se ha plasmado
en más de 500 multas -algunas de ellas de más de 200 euros- que ha
causado la indignación entre los ciclistas.
La campaña nace, en teoría, para velar y
controlar el buen uso de la bicicleta. Sin embargo, bajo mi punto de vista
detrás de esta normativa hay otros fines de tipo económico. Puedo entender que sea
importante que todos los ciclistas respeten las normas de circulación, pero de
ahí a multar indiscriminadamente, hay una gran diferencia. Los ciclistas son el
grupo más desprotegido, ya que éstos se juegan la vida a diario por circular
por las calles pedaleando sobre dos ruedas. Si a ese riesgo le añadimos la
posibilidad de que la policía te multe, la cosa se complica. La falta de
educación vial de gran parte de los automovilistas, así como de infraestructuras
y señalización adecuadas, es la principal causa de los atropellos que pueden
causar graves daños a los usuarios de la bici, quiénes a su vez son los más
castigados por la campaña. Lo realmente necesario es la construcción de más
carriles específicos para la circulación de las bicicletas y normas que aumenten
la seguridad de los ciclistas.
Ya es hora de que el gobierno apueste por la
bicicleta. Lo que realmente tiene que hacer el Ayuntamiento de Valencia es
fomentar su uso, en vez de penalizar a sus usuarios a base de multar. Ir en
bici es sano y respetuoso con el medio ambiente. Ya lo decía Albert Einstein,
“La vida es como la bicicleta, hay que pedalear hacia adelante para no perder
el equilibrio”. Bien, pues de momento la bici de los valencianos se tambalea.
Esperemos que el Ayuntamiento de Valencia rectifique. Hasta que ese día
llegue, siempre nos quedará Holanda.
Samuel López.
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