domingo, 31 de octubre de 2010

Comida, plancha, vasos y deportes.

Según el diccionario de la Real Academia Española , el deporte puede ser, además de una competición o un juego, una recreación, un pasatiempo, un placer, una diversión o un ejercicio físico. Sin embargo, a pesar de esta amplia definición, a la mayoría de españoles lo primero que nos viene en mente cuando pensamos en un deporte es el fútbol, y si estamos alternativos ese día, el tenis, el básquet o la fórmula 1… No hay nada de malo en ello, de hecho es el fútbol el que tiene más jugadores federados en nuestro país y el que, según un estudio realizado por el Consejo Superior de Deportes , se practica más a nivel popular. La esgrima, el waterpolo, el boxeo o el atletismo serían respuestas típicas también de esos días innovadores y antisistema que todos tenemos, pero no hay duda de que se trata igualmente de actividades deportivas. ¿Diríamos lo mismo de las competiciones de comida, la plancha en lugares impensables o las torres de vasos?

No hay que irse muy lejos para encontrar deportes tan poco comunes que englobarlos en el mundo deportivo es para algunos inaceptable, como por ejemplo la competición de comer hot-dogs. Las competiciones de comida son tradiciones sacadas de las ferias ambulantes de principios del siglo XX (como se puede ver por ejemplo en la película Beethoven 2), y su popularidad actual empezó con la retrasmisión televisiva del Hot Dog Eating Contest. Se trata de un concurso establecido en EE.UU. desde 1916, y que se basa, como su nombre indica, en comer perritos calientes. Actualmente la competición se lleva a cabo cada 4 de julio (día de la Independencia Americana) en un restaurante de Brooklyn, Nueva York. La magnitud del evento crece con cada edición, el año pasado el primer premio fue de 10.000 dólares, frente al trofeo que se solía entregar años atrás. Las organizaciones más conocidas en este tipo de concursos son la IFOCE (Internacional Federation of Competitive Eating) y la AICE (Independent Assosiation of Competitive Eaters). El campeón de la comida y la bebida es, por ahora y sin ninguna duda, Peter Dowdeswell, ganador de 309 premios del libro de los Guinnes.

Si una actividad tan cotidiana como el comer puede llegar a ser de tal magnitud, ¿podría el planchar mover a las masas? Es menos popular pero también existe, y además se considera un deporte semi-oficial en Inglaterra y Alemania, el Extreme Ironing combina la mundana actividad de la plancha con la adrenalina del montañismo o el piragüismo. Nació por iniciativa individual en la ciudad de Leicester, Reino Unido, conocida por su queso rojo y su acento nasal. Un día de 1997 Phil llegó a casa tras una larga jornada de trabajo, el sol brillaba y el cesto de la ropa para planchar estaba lleno… era una tarde perfecta para su sesión de escalada habitual, ¿por qué no combinar ambas actividades? Así lo hizo, y empezó a reclutar gente hasta que formó un grupo y se creó, en 1998, el Extreme Ironing Bureau (EIB), actual cabeza de la organización de este tipo de eventos. En 1999 Phil viajó por todo el mundo con su tabla de planchar para expandir la fama de su invención, y se estableció, ese mismo año, el Extreme Ironing International. En el 2002, la oficina de Alemania organizó el  campeonato mundial de la plancha.


Quién iba a decirnos que hay gente dispuesta a participar en torneos donde planchar es una de las principales tareas, o donde apilar vasos como hacíamos de pequeños es el único objetivo. El Stacking es precisamente eso, un deporte individual o de grupo donde los participantes apilan de 9 a 12 vasos, diseñados ex profeso, en un tiempo determinado. El origen de esta competición se remota a principio de los 80 en el sur de California. Wayne Godinet tuvo la idea y formó un grupo llamado Cupstack que entretenía a la gente por las calles. Las primeras competiciones se organizaron en OceanSide, California y Denver. Al igual que en los concursos de comida, su expansión tuvo lugar gracias al show televisivo The Tonight Show with Johnny Carson ,1990. En 2001 se formó The World Sport Stacking Assosiation (WSSA),  la  encargada de organizar y promocionar el deporte por todo el mundo. Los campeonatos se dividen por edades, de 12 años para abajo, de 13 a 24 (colegiados), de 25 a 29 (máster), más de 60 (Senior) y Special Trackers para personas discapacitadas. Además, se divide en varias secciones que corresponden a juegos distintos: El 3-3-3, el 3-6-3, el Ciclo y el 1-10-1.

La lista es interminable: carreras con la mujer a cuestas (Finlandia), Rugby subacuático (Alemania), Corrida de queso (Inglaterra), Jockey en monociclo… La variedad es lo que importa, y aunque el fútbol mueva millones y cree pasiones, la imaginación parece que poco a poco se hace un hueco en el oligopolio deportivo de la sociedad actual.

Por Mónica García Sanchis.


Videos relacionados:

Concurso de perritos calientes:



Extreme Ironing:



Stacking:

viernes, 29 de octubre de 2010

Daniel Pearl, el precio de la verdad

        1 de Febrero de 2002. Daniel Pearl, periodista del Wall Street Journal, es brutalmente asesinado en algún lugar en las afueras de Karachi (Pakistán). Después de nueve días de cautiverio las imágenes de su muerte dan la vuelta al mundo. En ellas se puede ver a Danny leyendo un comunicado de sus captores, mientras que  en su rostro se aprecia la certeza de que en pocos minutos su nombre será uno más en la larga lista de víctimas del terrorismo.
         
     Pocos días antes, concretamente el 23 de enero, Danny se despedía de su mujer Marianne para entrevistar al jeque Mubarak Ali Gilani, clérigo Pakistaní. Su objetivo, el objetivo que le había llevado a Karachi, era el de establecer una relación entre éste último y Richard Reid, también conocido como el terrorista del zapato. Entrevistarse con Gilani era difícil, pocos periodistas lo habían conseguido y Pearl estaba emocionado por poderlo hacer en persona. Sin embargo, la cita con el jeque resultó ser una emboscada y Danny fue capturado por el Movimiento Nacional para la Restauración de la Soberanía Pakistaní y llevado a una choza aislada en las afueras de la ciudad, de donde jamás conseguiría salir con vida. 
         Los secuestradores se apresuraron en alegar que Pearl era un oficial de la CIA y, a cambio de su liberación, pidieron la liberación de varios presos paquistaníes de Guantánamo: "Le damos solo un día más, si Estados Unidos no satisface nuestras demandas mataremos a Daniel. Después de esto el ciclo continuará hasta que ningún periodista estadounidense pueda entrar en Pakistán". Los esfuerzos de la policía por liberar a Danny fueron inútiles. Su muerte fue grabada en directo y el video se esparció por Internet ilustrando la agonía de un hombre cuyo único delito fue luchar por la verdad.
        
Pearl dejó con su muerte a una mujer viuda, unos padres destrozados y a un hijo en camino, Adam, un niño al que jamás conocería. Pero no solo eso. El final de Danny anunció al mundo el inicio de una nueva era para el periodismo de guerra. Ahora más que nunca el miedo por lo sucedido a gente como Daniel amenazaba con acallar las pocas  voces de los reporteros inconformistas. Amenazaba y amenaza aún con acabar con la libertad de expresión y reducir el periodismo a un mero elemento estratégico de propaganda bélica o peor, a silenciarlo.
         
       Vivimos en un mundo donde la función que han de cumplir los periodistas es crucial. Son ellos los que deben prestar la voz a la gente, hacer oír voces que no pueden hablar. Su posición de intermediarios entre distintas realidades les otorga una responsabilidad especial, les convierte en un elemento extremadamente valioso en la sociedad actual.
        
        Y es precisamente por esto por lo que el mundo precisa más Dannies. Es cierto que él nunca supo que iba en busca de la muerte, quizás de haber sabido lo que sucedería no hubiera arriesgado su vida por una columna. Simplemente cayó en una emboscada impredecible, estaba en el lugar erróneo en el momento equivocado. Pero el mundo perdió con Danny a un hombre que, a través de sus célebres middle column del Wall Street Journal, intentaba hacer comprender a los lectores norteamericanos que existen otras culturas y otras maneras de interpretar el mundo.
        
     "Danny irradiaba vitalidad", recuerda su compañero periodista Robert Frank. "En sus destinos siempre estaba dispuesto a adaptarse a las culturas locales. En los restaurantes pedía los platos más raros y se interesaba por los condimentos, estaba al tanto de los chistes que se contaban en la calle y siempre tenía a mano el violín para improvisar una sesión de blues y fusión con cualquier tipo de músico que se cruzase en su camino. Nunca se olvidó de que detrás de las noticias había seres humanos". 



Por Mariola Terol Sánchez

martes, 26 de octubre de 2010

El túnel, de Ernesto Sábato

      Juan Pablo Castells es un pintor recluido en prisión por el asesinato de María Iribarne. Durante su encierro rememora la cadena de acontecimientos que le llevaron a perder el control, a convertirse en un hombre que no era, un hombre con el interior teñido de negro y poseído por una insalvable soledad, la de la ausencia de la persona amada, soledad que convierte su corazón en un pedazo duro y frío de hielo y que coloca entre sus manos el cuchillo que parece poner fin al sufrimiento.

    Obra esencial de Sábato que Albert Camus refrendó ante la crítica mundial. Ésta nos entrega los elementos básicos de su visión metafísica del existir. El Túnel cuenta la historia de un hombre solitario que acaba enloquecido por la idea del amor y por la imposibilidad de no poder comunicarse, por la idea de la incomprensión del mundo.

     La palabra pesimismo suele preceder a esta historia, y en cierto modo así es, en el libro encontramos ira, desesperanza, paranoia, soledad, celos, obsesión, muerte y también amor. Pero no sólo se trata de una triste historia, de un hombre autor de un crimen pasional que acaba pagando sus actos con la cárcel. Lo interesante de esta historia es el proceso de conversión de la personalidad del protagonista y las cuestiones que uno se plantea ante las circunstancias, como estas llegan a absorberte.

    Durante el libro uno se mete en la piel de Juan Pablo Castells, sus argumentaciones y análisis parecen propios de alguien con una racionalidad suprema. Él intenta mostrar imparcialidad en su relato, negándose los sentimientos y es tan sólo así que nos damos cuenta que, a veces, el razonamiento extremo es bastante inútil, que los análisis lógicos desmesurados en tema de sentimientos sólo nos vuelven locos, que sólo son el reflejo de la necesidad de controlar algo que sabemos que no controlamos. Por ello Sábato critica la lógica extrema, pues es la que causa la muerte de María y acaba con las verdaderas emociones de Castells.

    Si continuamos en la piel de nuestro protagonista podemos observar una perspectiva obsesiva, cobarde y nociva del amor, pero resulta interesante la proyección del significado que el autor le da a este. Con todo y con eso, bajo todo el pesimismo que hemos dicho que precede a la novela, se ven unas ansias inmensas por ser comprendido, escuchado y querido, situación en la que alguna vez todos nos hemos encontrado. Su narración hace que el lector se plante preguntas esenciales sobre las que posiblemente no haya dedicado demasiado tiempo como el por qué todos necesitamos y buscamos compresión. Y sin darnos cuenta se crea cierto vínculo con el protagonista por asesino y loco que sea. Sábato ilustra tan bien la mente de este hombre frustrado que hace que sientas compasión hacia un asesino, porque en el fondo a todos nos aborda la idea de la soledad en algún momento de nuestra vida, y a todos se nos eriza el bello cuando leemos aquello con lo que el libro abre “En todo caso había un sólo túnel, oscuro y solitario, el mío”. Lo aberrante es que maté a la única persona que llega a comprenderlo...

   Sin duda es una obra que hay que leer y que no deja indiferente, puede gustarte puede no hacerlo pero te hace pensar, que es para lo que sirven los buenos libros, todo él está impregnado de preguntas a uno mismo y cuestiones sobre los abismos de la racionalidad.


Por Elena Plaza Balseiro

sábado, 23 de octubre de 2010

Maravillosos choques culturales...

Ni Westminster Abey, ni High Park, ni el Big Ben, ni el London Eye… Lo que más llamó mi atención durante mi estancia en Londres fue la gran variedad de culturas que conviven en la capital inglesa. 

La condición de ex imperio colonial y sus relaciones con los países de la Commonwealth constituyen un factor determinante para entender la evolución de la política de inmigración británica, pero eso es algo de lo que sinceramente no tenía ni idea hasta que al llegar a una ciudad de las afueras llamada Woking, advertí la cantidad de indios y paquistaníes que andaban por las calles. Andaban, interactuaban, convivían, trabajaban… Lo primero que me vino a la cabeza fue la   teoría del choque de civilizaciones planteada en 1993 por un profesor de la Universidad de Harvard, Samuel Huntington. El nombre habla por sí solo, pues lo que defiende es que lejos de encontrarse la base de los conflictos internaciones en temas ideológicos o económicos, se encuentra en términos culturales. El profesor afirma que hay 5 o 6 zonas que, aunque a veces coexistan, nunca convergirán porque carecen de valores de cultura compartidos. Y yo me pregunto… ¿Por qué es necesario que converjan? ¿Por qué con el respeto y la tolerancia cultural no es suficiente? ¿Es que todas las culturas deben adoptar los mismos valores y prácticas para poder convivir?


Estuve en aquella ciudad dos meses, y descubrí que a veces tenía más cosas en común con una mujer paquistaní que con una inglesa, que en Pakistán llaman “tía” a las mujeres mayores como hacemos en mi pueblo natal y que mi comida favorita ha pasado a ser la india. Me he nutrido de nuevas experiencias, de platos que no había probado, de juegos que jamás había visto, de expresiones nuevas y de nuevos puntos de vista. Les he enseñado a bailar la Macarena y he aprendido a bailar el Shemama turco y a preparar café árabe y té inglés… He visto la tolerancia reencarnada en todas las comidas que yo tomaba mientras mis compañeros árabes hacían el Ramadán, y en como sonreían cuando me tomaba una cerveza y ellos una cola light. Ingleses, italianos, libios, pakistaníes, rusos, turcos, alemanes, españoles y chinos nos nutrimos mutuamente de experiencias ajenas a nuestro sistema cultural y de valores; pasamos 60 días magníficos que me encantaría haber grabado para poder hacerle una visita al señor Huntington y preguntarle cómo llama a esa bonita divergencia y diversidad de culturas: porque aunque no hubo enfrentamientos ni enfados, sí hubo choques, y eso, en mi opinión, fue todo menos negativo.


                                                                       Fuente propia


Por Mónica García Sanchis

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jueves, 21 de octubre de 2010

Valencia proclama de manera oficial a sus Falleras Mayores 2011

Continuando con el ritual fallero, y tras conocer en la jornada del martes a las que serán las máximas representantes de la fiesta del fuego valenciano, el hemisferio municipal acogió en la tarde del día 20  el acto de proclamación oficial de las falleras mayores para 2011.
Fue la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá, la que haciendo uso de las prerrogativas que le concede el Reglamento Fallero, proclamo oficialmente a Laura Caballero Molina y Carmen Monzonís Valero como Fallera Mayor y Fallera Mayor infantil de Valencia, respectivamente, para el ejercicio 2011. Acto al que también asistieron  las hasta ese momento falleras mayores de 2010 María Pilar Giménez y Ariadna Galán como broche final a su reinado.

El sueño de toda niña y mujer valenciana, vinculada a la fiesta de Fallas, se convirtió en  realidad para Laura Caballero. En la tarde del día 19 de octubre, esta estudiante de Magisterio de Educación Infantil y diplomada en Fisioterapia, recibió el mejor regalo que podía esperar en el día de su santo, como ella misma declaro minutos después de recibir la grata noticia. La joven de 23 años, está vinculada a la fiesta desde que nació en la comisión Carrera de Malilla - Ingeniero Joaquín Benlloch, fundada por su madre y presidida por su padre desde hace 6 años, quienes confiesan que "nos ha tocado el premio gordo de la lotería" con el cargo otorgado.

Pero no solo el sueño de Laura se hizo realidad. También el de la niña, Carmen Monzonís Valero, se vio cumplido en el momento le fue  impuesta la banda que la acredita como Fallera Mayor Infantil de Valencia. La emoción y la alegría inundaron la casa de la nueva representante infantil en el instante de recibir la llamada de la Alcaldesa para comunicarle el cargo. A sus 9 años de edad, Carmen pertenece desde que nació a la comisión Paseo Alameda - Avenida de Francia, donde este año ha ostentado el cargo de Fallera Mayor Infantil, junto con su hermana melliza, contando con su madre como Fallera Mayor de la misma comisión, en lo que será un año difícil de olvidar para esta familia.
El acto revistió la habitual solemnidad que le caracteriza, en un acontecimiento que se vistio de gala para rendir honor a las nuevas reinas de las Fallas e invitados. Entre ellos, la reina de las fiestas de Castellón, Mónica Sidro, y la Belleza del Foc de Alicante, Mariam Guijarro. Con la interpretación de los Himnos de la Comunitat y nacional, a cargo de la Banda Municipa, la comitiva se trasladó al Salón de cristal, donde las Falleras Mayores recibieron dos alfaguers, pieza de ceramica realizada por Xavier Clau como regalo y testimonio de su proclamación. Tampoco faltaros los detalles para las respectivas cortes de honor quienes acompañaran en todo momento a las Falleras Mayores de Valencia durante su cargo.



Bianca Segura Ruano

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La Ley del silencio

¡Niño,mantén cerrada la boca¡…¿Cuántos de nosotros hemos tenido que escuchar en alguna ocasión esta expresión procedente de nuestros padres o tutores durante nuestra infancia? Desde pequeños  la sociedad nos silencia ante aquellos temas a los que esta no se quiere enfrentar, por considerarlos incómodos o molestos, generando en nosotros una pauta casi automática de silencio para no ser excluidos del rebaño colectivo. Un miedo al rechazo que se convierte en el máximo sustento de una “ley del silencio,” que se afianza como el pasaporte perfecto para ocultar crímenes como los de abuso sexuales a menores o el incesto. Delitos en los que, aun hoy, parece juzgarse  la veracidad de la  víctima ante el agresor durante el proceso judicial, y es que cuando el delito ha prescrito ¿Qué valor tiene la palabra de un niño, incluso cuando es adulto?
La mayoría de niños que sufren abusos, ya sea por miedo, vergüenza o negación de la realidad optan por el silencio. Y también porque creen que no les van a creer. Debido a ello, el noventa por ciento de estos casos son ignorados según un reciente estudio de la fundación canadiense Marie-Vicent, autoridad en la materia. Un síntoma común en las víctimas de abuso es el síndrome de la negación, que provoca que la mitad no recuerden haber sido sexualmente explotadas. Este es el principal motivo por el que llegan a trascurrir tantos años desde la fecha del suceso hasta que el niño, ahora adulto, se decide a reclamar una justicia no reflejada en el código penal, gracias a la extinción de la responsabilidad criminal y sus efectos, convirtiéndose su causa de denuncia en toda un lucha de supervivencia.
Uno de los últimos, y más sonados casos de esta ley del silencio ha sido la denuncia de medio millar de víctimas de abusos sexuales por parte de religiosos en Bélgica, donde un informe de la comisión sobre este tipo de denuncias, recoge a lo largo de más de doscientas páginas el testimonio  de estas víctimas y su calvario durante los años sesenta y setenta, de las cuales trece, llegaron a quitarse la vida.
Toda una batalla a la que estos “niños”-aunque ahora sean adultos-, tienen que enfrentarse con el agravante de que los delitos sufridos han prescrito, o lo que es peor, ser sometidos a juicio para comprobar la veracidad de su historia, porque  pasado un tiempo ¿Qué pruebas pueden presentarse para apoyar la denuncia? Cómo si el hecho de tener una vida marcada por una muerte psicológica como son los abusos no fuera suficiente. Pero claro, se me olvidaba, a la sociedad no le interesa oír hablar de todo lo relacionado con atentados a los pilares de nuestra moral colectiva, y menos cuando entre ellos se encuentran la familia o instituciones tan respetadas como la Iglesia. Es mejor un calla a tiempo que castre la expresión de un niño antes de enfrentarse a la verdad. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que esta ley del silencio continúe siendo el regalo perfecto a quienes osan robar la infancia?

Bianca Segura Ruano

Florencia, viaje a la mágica cuna del arte



     Resulta complicado, cuando se intenta describir una ciudad como Florencia, resumir su esencia en solo unas pocas palabras. Resulta complicado porque solo con nombrarla vienen a la mente los siglos y siglos de historia que la preceden, que impregnan sus edificios y rincones.  Etruscos y romanos, los Médici, el Renacimiento, Brunelleschi, Giotto, Galileo, Dante Alighieri, Boccaccio, Miguel Angel, Da Vinci...son tantas las eminencias que han pasado por esta pintoresca ciudad que recorrer sus calles se convierte en una experiencia mágica, un viaje inolvidable al pasado. 

     A pesar de ser una de las ciudades más importantes del mundo y contar con unos 400.000 habitantes, Florencia no es una urbe excesivamente aglomerada. No presenta grandes rascacielos ni es puntera en última tecnología, es, más bien, una ciudad de arte. Las estatuas, plazas, edificios religiosos y civiles, palacios, lonjas y museos colman las calles haciendo de ella un lugar único en el que es imposible estar a menos de unos pocos metros de algún lugar épico.

     Eso sí, en la capital toscana la vida es caótica. Motocicletas, ambulancias e incluso pequeños autobuses hacen complicada la circulación en medio del conglomerado de callejuelas "peatonales" del centro histórico. Además el ruido es permanente. El rugido de los vehículos que se atreven a recorrer el corazón de la ciudad se entremezcla con la fragorosa personalidad de los residentes y el bullicio de las oleadas de turistas. 


      Pero nada puede con el esplendor y la majestuosidad florentina. La huella de artistas como Miguel Angel o Boticelli la hace inimitable, incomparable. Solo Roma puede asemejarse en su faceta artística e histórica. Pero aún así entre las dos existe una diferencia crucial: si bien Roma fue la gran capital en la antigüedad clásica, Florencia lo fue en el Renacimiento, época de resurgimiento cultural. De este modo se instauró como cuna del humanismo, de la exaltación del hombre, de la libertad y los espíritus creativos. 

      Hay que advertir que el fondo artístico de Florencia es casi inagotable. El David de Miguel Ángel, el nacimiento de Venus de Boticelli, la cúpula de la catedral de Brunelleschi, el rapto de las sabinas de Giambologna...! Pero aunque es cierto que el viajero debe visitar destinos obligados como la Piazza della Signoria, la Catedral o la Galería de los Uffici; más allá de las colas kilométricas y de las aglomeraciones de turistas automatizados existe una Florencia desconocida, mucho más sutil, reservada solo para aquellos que saben encontrar la esencia de los pequeños rincones. Es la Florencia de las callejuelas, los pequeños y pintorescos negocios, la Florencia de los antiguos edificios anónimos...una Florencia que respira arte y historia y que cautiva desde el primer momento. Una Florencia difícil de olvidar.


 Mariola Terol Sánchez