Lo que a Newton le faltaba no
era ni humildad ni razón. Con su famosa
frase “si he logrado ver más
lejos ha sido porque he subido a hombros de gigantes" describe de la mejor forma posible como
funciona la ciencia. Los viejos descubrimientos son la base de todo experimento
futuro, y así, con hipótesis lanzadas sin respuesta y corroboradas con el
tiempo, se construye como una manta de patchwork
el sistema científico en el que confiamos para explicar el universo. Como un problema matemático en el que falla
un cálculo, un parche mal cosido puede ser una catástrofe para el conjunto de
supuestos que constituyen la ciencia. La cautela es necesaria,¿es
mejor coser un parche y luego descoserlo que no zurcirlo nunca?
Este es el caso del profesor Antonio Ereditato, que ha tenido que dimitir después de ver su
credibilidad herida por creer que una partícula elemental de la materia, el neutrino, había superado la rapidez
con la que viaja la luz. La velocidad
de la luz se considera como la máxima velocidad que puede alcanzar todo lo que
se mueve en el cosmos, lo que se denomina como constante cósmica. Las leyes
físicas, más concretamente la Relatividad de Einstein, presuponen que el universo es causal y que si
una partícula viajara más rápido que la luz se podría de alguna manera volver
al pasado, rompiéndose así este principio de causalidad. Una gran parte
de la física moderna está basada en este axioma, y si se demostrara que no es
cierto, habría que modificar muchas de las teorías desde la base.
Este hallazgo totalmente inesperado surgió a partir de
la investigación de los físicos que trabajan en un experimento llamado OPERA , dirigido conjuntamente por el Centro Europeo
de Investigaciones Nucleares (CERN) en Ginebra y el Laboratorio Nacional
Gran Sasso, en Italia central.
De acuerdo con las mediciones realizadas por los expertos,
los neutrinos recorrieron los 730 kilómetros que separan las
instalaciones suizas del laboratorio subterráneo italiano a una velocidad de
300.006 km/s, a 6 km/s más que la velocidad de la luz. Es decir, llegó a su
destino unos 20 metros antes que la luz.
Este dato se obtuvo en Septiembre de 2011, pero ante la gravedad del
asunto y la incredulidad de la mayoría de la esfera científica, los responsables
del proyecto OPERA decidieron repetir el experimento. Además, un 30% de los 200
científicos que forman la plantilla decidió no incluir su nombre en la lista de
autores del trabajo. Por segunda vez, ya
en Noviembre, los neutrinos viajaron de
nuevo más rápido que la luz. Sin embargo, la acogida de este supuesto hallazgo
seguía sin ser positiva e incluso desde el CERN se advertía tratar este tema
con cautela y se animaba a otros investigadores y laboratorios a realizar el
mismo intento.
“Si esta medida se confirma, cambiaría nuestra visión de la física, por
eso necesitamos estar seguros de que no hay ninguna otra explicación, por
mundana que sea. Esto requiere medidas independientes”. Afirmó en una nota de prensa Sergio
Bertolucci, director de investigaciones del CERN.
Y fue unos meses más tarde, en febrero,
cuando el proyecto independiente ICARUS, que también se localiza
en Gran Sasso y está dirigido por el premio Nobel en 1977 Carlo Rubbia, sacó a
la luz los datos de su investigación, que revelaban que los neutrinos no
eran más veloces que la luz. A lo largo del año pasado este laboratorio recibió
también la partícula desde el CERN, pero utilizó un sistema de medición de tiempos
independiente del usado en el proyecto OPERA. El 23 del mismo mes, Sergio Bertolucci volvió a recalcar en un comunicado
de prensa que los científicos de OPERA se “comportaron con una perfecta
integridad científica” y que probablemente los resultados del primer experimento
se deban a un error de medición.
A fecha de 1 de abril, no se han presentado
detalles y datos precisos sobre los posibles problemas técnicos, pero varios
medios especializados han intentado explicar el fallo en la medición a través
de testimonios del CERN. La revista Science ha publicado que la diferencia
de 60 nanosegundos que alejaba la velocidad de los neutrinos de la velocidad de
la luz, podría provenir de una mala
conexión de un cable de fibra óptica que conecta el receptor GPS -empleado
para medir el tiempo de vuelo de los neutrinos- a una tarjeta electrónica en un
ordenador y que los investigadores podrían haber anunciado la medida antes de
tiempo. Del mismo modo, la revista Nature apunta a que también habría un
problema con el GPS a la hora de
sincronizar los relojes atómicos en cada extremo de su haz de neutrinos,
lo que unido a la mala conexión del cable habría dado lugar al error.
En su último comunicado de prensa al respecto, el 16 de Marzo, el CERN ha
señalado que a pesar de estas conclusiones otros equipos [LVD, BOREXINO, Minos
(EE.UU), T2K (Japón)] seguirán realizando nuevas mediciones en mayo "para
llegar a un veredicto final".
Toda esta sinergia de acontecimientos es lo que ha provocado que el
portavoz del proyecto OPERA , Antonio Ereditato, haya presentado su dimisión.
El anuncio se hizo público el pasado 30 de Marzo por el Instituto
italiano de Física Nuclear (INFN). El
físico dimitió después de que algunos de sus colegas presentaran una moción
abogando por su dimisión. Esta decisión dividió a los investigadores a favor y
en contra de la marcha de Ereditato, por lo que finalmente el científico
italiano decidió abandonar el proyecto.
¿Era necesaria su dimisión?
Según el vicepresidente del INFN , Antonio Masiero, la dimisión de Ereditato proporcionará un
nuevo "liderazgo y unión" en el equipo de investigación sobre
los neutrinos. Otros expertos en la
materia, como Oliver Hijano Cubelos, físico licenciado por la UNED y
especialista en física teórica, opinan que la dimisión se debe a la falta de
credibilidad que rodea al investigador en este momento, y que el honor del
científico no le permite seguir trabajando pues se sentiría demasiado
presionado por las opiniones de sus compañeros. Antonio Ferrer Soria,
catedrático de la Universidad de Valencia e investigador del CERN ,
comparte esta visión; pero añade que aunque la dimisión de Antonio Ereditato,
es “un acto de valentía pues se comportó de forma muy responsable, pecó de atrevimiento, sobre todo porque había
un núcleo importante de colaboradores en desacuerdo”.
Así pues parece que lo que al profesor italiano le ha salido caro ha sido
dar publicidad a unos datos poco contrastados, sin embargo, yo me pregunto… ¿No
es mejor compartir los avances de un proyecto de tal envergadura? ¿No es mejor
añadir un pedacito de tela mal cosido a la manta de patchwork científica que nos haga ver que las cosas pueden no ser
tan estables, qué hay muchas formas de entender el mundo y que la ciencia
también es incontrolable?
Lo que al menos ha demostrado todo esto que algunos periódicos han
bautizado como “el culebrón del neutrino”, es que el honor de la ciencia
sigue intacto. Los científicos del
proyecto OPERA siempre estuvieron abiertos a rectificar y a repetir una y mil
veces el experimento con tal de no afirmar algo con rotundidad sin saber si era
veraz. Desde casi el primer momento anunciaron que podría haber errores de
medición, y las notas de prensa emitidas por el CERN no denotan ninguna oposición a calificar el experimento
como un error.
Nada que ver con la manera de actuar de la esfera política, en la
que pedirle a un dirigente que dimita por si mismo y abandone su puesto por que ha hecho mal su
trabajo o ha falseado datos es pedirle peras al olmo. En España el gobierno
socialista fue incapaz de admitir la magnitud de la crisis que se nos venía
encima, y sin ir más lejos el mes pasado se descubrió que el actual secretario
de Estado de Seguridad Social, Tomás Burgos, no es médico como pone
en su currículum. En la Comunidad Valenciana, Francisco Camps fue
president de la Generalitat mientras estaba imputado por delito de cohecho, y
por si fuera poco, no dejan de salir escándalos de corrupción (falta de honor y
honestidad) por allá donde se mire. Pero por eso, ya no se dimite. Ni por demagogia,
ni por datos inciertos, ni por manipulación. De hecho, la exministra de
Educación italiana, Mariastella Gelmini, declaró el 23 de Septiembre de 2011,
mientras aún ostentaba el cargo, que en
la construcción “ del tunel entre el CERN de Ginebra y los laboratorios del
gran Sasso a través del cual se desarrolló el experimento (de los neutrinos),
Italia había contribuido con 45 millones de euros”. A día de hoy, todavía no existe ningún túnel
de 732 kilómetros entre el CERN de
Ginebra y el Gran Sasso italiano. Pero Italia, dichosa.
Mónica García
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