Hanna es una mujer
fuerte. No recuerda cuantos años tiene, pero sabe que hace más de
35 que vive en el desierto. Su nieto de diez años Seif ha crecido ya
entre dunas y jamás ha salido de la tierra que le vio nacer: el
campamento de refugiados Saharauis de Smara.
Seif sabe poco de la
historia de su país, aunque ha oído hablar muchas veces de
invasiones, marchas y de luchas por un territorio tan bello y rico
que incluso tiene mar: el Sáhara Occidental. Muchas tardes el
pequeño se sienta en su haima para escuchar las historias que cuenta
su abuela: increíbles relatos que narran como ella y su madre
huyeron de su casa y se instalaron en el campamento.
Fue en 1975, cuando una
España, que vivía en un contexto político delicado, abandonó el
Sáhara. Rápidamente Marruecos se hizo con la región y la declaró
territorio marroquí.
Aquellos que se opusieron
a la ocupación fueron acallados y muchos, como Hanna, se vieron
obligados a huir hacia el desierto Argelino, donde se establecieron
en campamentos y desde donde intentaron organizar la resistencia.
Pero su lucha no obtuvo resultados, en la década de los 80
Marruecos construyó un muro de más de 2.700km para rodear la
frontera Saharaui y a su alrededor colocó minas y todo tipo de
vigilancia para impedir que nadie saliera o entrara en el país sin
un permiso previo.
Ya en 1991, la ONU acordó
la celebración de un referéndum que pudiera dar al pueblo saharaui
la oportunidad de pronunciarse pacíficamente, pero a día de hoy
este referéndum no se ha celebrado y los saharauis culpan a la falta
de apoyo internacional de las principales fuerzas políticas.
Las largas charlas entre
abuela y nieto siempre acaban del mismo modo “toda lucha en
costosa, pero la historia me enseñó que nada es imposible”. De
este modo, con solo diez años Seif ya ha interiorizado el
sentimiento de pertenencia a su pueblo y ha aprendido que para sus
compatriotas la rendición no es una posibilidad.
Este es el espíritu que reina entre el
pueblo Saharaui, el espíritu combativo, incansable, que no les
permite concebir una derrota. Como Hanna ninguno de ellos quiere
renunciar a sus orígenes ni a su hogar, y muchos están dispuestos a
luchar activamente por ellos.
En los últimos meses la ola de cambio
en los países islámicos ha renovado el espíritu combativo de los
Saharauis. Aseguran que fueron ellos los que comenzaron las revueltas
y reclaman una ayuda internacional que les permita acabar con la
ocupación: “Porque Libia si y Sáhara no?”
Mientras tanto el Sáhara espera. Todos
los días ve salir el sol en el desierto, mientras lucha por
conseguir otra batalla, una guerra no menos complicada: aquella
contra el olvido.
Por Mariola Terol Sánchez
*Algunos nombres o detalles pueden haber sido cambiados por garantizar la intimidad y protección de los protagonistas
No hay comentarios:
Publicar un comentario