miércoles, 3 de noviembre de 2010

Mis tardes con Margaritte, la película

Una historia de ternura, amor, realidad y sencillez tejida a partir de los libros. Relata la inesperada amistad que surge entre un obrero un poco tosco que a penas sabe leer, personaje que interpreta Gerard Depardieu, y una culta anciana de 95 años apasionada por la lectura que como habitualmente pasa con los mayores en este mundo frenético, vive en una residencia.
Basada en un libro de Marie-Sabine Roger, sabe recoger con sus diálogos realidades y limitaciones asociadas a las diferentes etapas de la vida y de nuestra sociedad actual con una naturalidad propia del cine francés. Detallista y relista pero con un toque irónico y soñador, la película nos hace reflexionar sobre el trato que se le da a la vejez y la exclusión de los más mayores; así como sobre los prejuicios existentes sobre los analfabetos y la necesidad de compartir bocadillos en una furgoneta.
Un largometraje que se infiltró en taquilla entre tanta historia fantástica, vampiros de dientes largos y efectos especiales para recordarnos que la vida diaria tiene tanta magia como la ciencia ficción; para recordarnos que en un mundo de prisas, fastfood y oficinas también hay tiempo para sentarse en un banco y contar palomas. Para conmemorar, de algún modo, el movimiento de desaceleración o slowlife que surgió en Italia en los años 70.
Es, sin duda, una de esas películas modestas pero con estrella oculta que trata las cotidianeidades diarias de una manera entrañable y que rescata el valor por los libros. Una oda a la lectura como medio de comunicación, con los demás y con uno mismo, como medio de conocimiento y como medio de libertad. Sólo falta la ambientación de una buena banda sonora.

Por Elena Plaza y Mónica García

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