martes, 26 de octubre de 2010

El túnel, de Ernesto Sábato

      Juan Pablo Castells es un pintor recluido en prisión por el asesinato de María Iribarne. Durante su encierro rememora la cadena de acontecimientos que le llevaron a perder el control, a convertirse en un hombre que no era, un hombre con el interior teñido de negro y poseído por una insalvable soledad, la de la ausencia de la persona amada, soledad que convierte su corazón en un pedazo duro y frío de hielo y que coloca entre sus manos el cuchillo que parece poner fin al sufrimiento.

    Obra esencial de Sábato que Albert Camus refrendó ante la crítica mundial. Ésta nos entrega los elementos básicos de su visión metafísica del existir. El Túnel cuenta la historia de un hombre solitario que acaba enloquecido por la idea del amor y por la imposibilidad de no poder comunicarse, por la idea de la incomprensión del mundo.

     La palabra pesimismo suele preceder a esta historia, y en cierto modo así es, en el libro encontramos ira, desesperanza, paranoia, soledad, celos, obsesión, muerte y también amor. Pero no sólo se trata de una triste historia, de un hombre autor de un crimen pasional que acaba pagando sus actos con la cárcel. Lo interesante de esta historia es el proceso de conversión de la personalidad del protagonista y las cuestiones que uno se plantea ante las circunstancias, como estas llegan a absorberte.

    Durante el libro uno se mete en la piel de Juan Pablo Castells, sus argumentaciones y análisis parecen propios de alguien con una racionalidad suprema. Él intenta mostrar imparcialidad en su relato, negándose los sentimientos y es tan sólo así que nos damos cuenta que, a veces, el razonamiento extremo es bastante inútil, que los análisis lógicos desmesurados en tema de sentimientos sólo nos vuelven locos, que sólo son el reflejo de la necesidad de controlar algo que sabemos que no controlamos. Por ello Sábato critica la lógica extrema, pues es la que causa la muerte de María y acaba con las verdaderas emociones de Castells.

    Si continuamos en la piel de nuestro protagonista podemos observar una perspectiva obsesiva, cobarde y nociva del amor, pero resulta interesante la proyección del significado que el autor le da a este. Con todo y con eso, bajo todo el pesimismo que hemos dicho que precede a la novela, se ven unas ansias inmensas por ser comprendido, escuchado y querido, situación en la que alguna vez todos nos hemos encontrado. Su narración hace que el lector se plante preguntas esenciales sobre las que posiblemente no haya dedicado demasiado tiempo como el por qué todos necesitamos y buscamos compresión. Y sin darnos cuenta se crea cierto vínculo con el protagonista por asesino y loco que sea. Sábato ilustra tan bien la mente de este hombre frustrado que hace que sientas compasión hacia un asesino, porque en el fondo a todos nos aborda la idea de la soledad en algún momento de nuestra vida, y a todos se nos eriza el bello cuando leemos aquello con lo que el libro abre “En todo caso había un sólo túnel, oscuro y solitario, el mío”. Lo aberrante es que maté a la única persona que llega a comprenderlo...

   Sin duda es una obra que hay que leer y que no deja indiferente, puede gustarte puede no hacerlo pero te hace pensar, que es para lo que sirven los buenos libros, todo él está impregnado de preguntas a uno mismo y cuestiones sobre los abismos de la racionalidad.


Por Elena Plaza Balseiro

2 comentarios:

  1. Escribí un comentario, pero no lo ha colgado.

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  2. Interpretar una obra de arte es exactamente lo contrario de una donación subjetiva de significado. Uno no puede cómoda-narcisistamente ponerse por encima de la obra.

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