La palabra, esa herramienta tan necesaria en nuestro día a
día y a la que tan poco valor le damos. Es tan natural en nosotros que a veces
olvidamos que puede llegar a ser nuestra peor enemiga, de ahí que muchos hagan
de ella su profesión, y es que para algunos la palabra es la mayor de las
armas, sobre todo a la hora de optar al poder.
Tal vez pueda parecer rebuscado comparar una palabra a un
rifle de gran calibre, pero si lo pensamos bien no es ningún disparate ya que a
lo largo de la historia grandes dirigentes del mundo la han convertido en
su escalera al poder. Pero para comprobarlo no hace falta abrir el baúl de los
recuerdos, ni traspasar las fronteras de nuestro país, ya que en España es algo que
podemos ver con facilidad. Los discursos de nuestros representantes políticos
están cargados de “balas” que apuntan directamente a un único objetivo;
conseguir el apoyo y los votos necesarios que les sitúen en el poder, pero ¿Qué
dicen esas palabras?
Año 2004 y 2011 dos discursos de investidura de dos personas;
José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Dos ideologías contrapuestas, dos
mensajes aparentemente distintos en cuanto a formas, pero con un mismo
objetivo; cambiar España, y rectificar los errores del pasado, sobre todo si
son los del partido contrario. En sus discursos rebosan las promesas, las ganas
de trabajar, de escuchar al ciudadano y cumplir con sus necesidades. Piden el
apoyo a sus “señorías” encarecidamente para desvivirse por cumplir con los
objetivos marcados: Firmes, claros, contundentes… Esfuerzos que parecen
quedarse en agua de borrajas conforme trascurren sus mandatos y terminan siendo
el mismo perro con distinto collar. Cuatro años gobernando, ocho a lo máximo, cambio y
a esperar de nuevo el turno desde la oposición, mientras tanto el ciudadano de a pie ve como la
confianza depositada cae en saco roto y todo sigue igual.
Voluntad de cambio, compromiso, trasparencia… Palabras que no
valen nada, que no son más que promesas en busca de votos y el apoyo necesario
para gobernar, para llegar al poder y que olvidan una vez están situados en las
altas esferas. Hay que leer más allá de sus promesas, y ver que entre tanto
anhelo de complacer a los que han confiado en ellos las únicas palabras que
siguen predominando en sus discursos son Gobierno, políticas, señorías ¿dónde
queda el ciudadano aquí? Claro, se me olvidaba, que una vez llegados a este
punto ya no son necesarios hasta los próximos comicios… Y sí no es así, lo
disimulan muy bien, unos y otros.
Las palabras son como armas; solo con apuntar a tu objetivo
lo neutralizas con el poder que estas tienen sobre la vida de las personas,
pero antes de dejarnos atemorizar por ellas deberíamos comprobar si antes están
“cargadas” o no son más que herramientas para conseguir el poder. Es decir, palabras
que no dicen nada…
- Nube del discurso de investidura de José Luis Rodríguez Zapatero 2004
- Nube del discurso de investidura de Mariano Rajoy 2011
Bianca Ruano
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