Querido Mariano Rajoy:
Me llamo Mónica, tengo 20 años y estoy
profundamente preocupada por el futuro del país. Creo que ni usted ni su
consejo de ministros o asesores se dan cuenta de lo que verdaderamente está
pasando aquí abajo, simplemente, porque viven demasiado arriba. Se han alejado
tanto de la población que han olvidado lo que necesitamos, como vivimos o
cuáles son nuestras preocupaciones. Ustedes viven y gobiernan en un estado
democrático y se les olvida que para
ello el diálogo es básico. No me refiero a los mítines aprendidos de memoria, ni a los falsos discursos que dan en
televisión llenos de demagogia barata; me refiero al diálogo de verdad, a la
predisposición a escuchar. Ustedes no escuchan, la sociedad les habla y ustedes
se encargan de hacer oídos sordos. Permítame decirle que están equivocados si
piensan que nosotros no sabemos lo que queremos, que el gobierno es el que
tiene que decidir lo que es bueno para un país, que los ilustres e
intelectuales políticos son todopoderosos y que los pobres ciudadanos cogidos
al clavo ardiendo del populismo pedimos cosas imposibles. Permítame decirle que
ese despotismo ilustrado ya está un poco pasado de moda, que si ustedes mandan
es porque la sociedad les ha votado para representarles, para responder ante
ellos, para ser sus vasallos y súbditos y para legislar y gobernar en su
beneficio. Permítame decirle también que
por no querer escuchar lo que la población le pide pacíficamente en las manifestaciones,
por no querer ceder, por no querer dialogar, está creando un caldo de cultivo violento
que va a tener que beberse más tarde o más temprano. Con esa indiferencia que
muestra está haciendo que crezca un sentimiento de impotencia e indignación que va a acabar con
el pacifismo en las calles… Nunca jamás he sido violenta, y espero no serlo
nunca, pero le aseguro que su pasividad ante los gritos de justicia está
haciendo que la impotencia y las ganas de cambiar las cosas se apoderen de mí
de forma incontrolable. Permítame decirle también que no somos imbéciles, que
sabemos que no es fácil ponerse al frente de un país, pero no puede engañarnos
y hacernos aceptar que los rescates estatales a bancos de inversión son
necesarios, pero invertir dinero en educación y sanidad es algo que puede
esperar. Tenemos miedo a perder nuestros derechos, miedo a dar pasos atras
como los cangrejos… Su partido siempre se ha caracterizado por esa fe en la
privatización y en los mercados, como si la mano invisible de Adam Smith no se
hubiera mostrado ya como un fantasma.
Permítame decirle que sin lo público estamos perdidos, que sin lo
público no avanzamos y que como dijo Edmund Burke: “Toda sociedad que destruye el tejido de su
Estado no tarda en desintegrarse en el polvo y las cenizas de la
individualidad”. Creo que no es difícil de entender para un órgano de gobierno
preparado y formado que los servicios públicos permiten que la eficiencia no se
mida sólo en términos económicos, permiten que sea posible que un tren pase por
un pueblo a pesar de que no sea rentable, sólo por el mero hecho de prestar un
servicio social. Eso es Estado de Bienestar. Podemos entender la magnitud de la
crisis financiera actual, pero no nos pida que entendamos que quieren quitarnos
eso. No se centren en políticas de 4
años vista que les permitan reducir las tasas de paro o ajustar las estadísticas
a lo establecido por la Unión Europea: los números engañan y esconden
realidades en las que tienen que hurgar si quieren, de verdad, hacer algo por
los españoles. Su misión no es arreglar la coyuntura para que le voten en las
próximas elecciones, es modificar la estructura para que las cosas puedan ir,
poco a poco a mejor, y el desarrollo sea sostenible y sostenido. Permítame
decirle que no voy a quedarme en casa viendo como destroza el Estado de
Bienestar. Sé que no va a escucharme, ni a mí, ni al resto de gente de la
calle, por eso le recomiendo la lectura de un libro en el que Tony Judt explica
muchísimo mejor todo esto, se titula Algo
va mal. Y eso es algo que sabe usted, sabe su gobierno, y sabemos todos nosotros.
Aunque sea el Presidente de España, no se le
olvide que debería de estar a nuestra total disposición, y que al fin y al
cabo, de eso va una democracia.
Gracias por su atención
Mónica