sábado, 12 de mayo de 2012

Le diría muchas cosas.. pero no quiero aburrirle


Querido Mariano Rajoy: 

Me llamo Mónica, tengo 20 años y estoy profundamente preocupada por el futuro del país. Creo que ni usted ni su consejo de ministros o asesores se dan cuenta de lo que verdaderamente está pasando aquí abajo, simplemente, porque viven demasiado arriba. Se han alejado tanto de la población que han olvidado lo que necesitamos, como vivimos o cuáles son nuestras preocupaciones. Ustedes viven y gobiernan en un estado democrático y se les  olvida que para ello el diálogo es básico. No me refiero a los mítines aprendidos de memoria, ni a los falsos discursos que dan en televisión llenos de demagogia barata; me refiero al diálogo de verdad, a la predisposición a escuchar. Ustedes no escuchan, la sociedad les habla y ustedes se encargan de hacer oídos sordos. Permítame decirle que están equivocados si piensan que nosotros no sabemos lo que queremos, que el gobierno es el que tiene que decidir lo que es bueno para un país, que los ilustres e intelectuales políticos son todopoderosos y que los pobres ciudadanos cogidos al clavo ardiendo del populismo pedimos cosas imposibles. Permítame decirle que ese despotismo ilustrado ya está un poco pasado de moda, que si ustedes mandan es porque la sociedad les ha votado para representarles, para responder ante ellos, para ser sus vasallos y súbditos y para legislar y gobernar en su beneficio.  Permítame decirle también que por no querer escuchar lo que la población le pide pacíficamente en las manifestaciones, por no querer ceder, por no querer dialogar, está creando un caldo de cultivo violento que va a tener que beberse más tarde o más temprano. Con esa indiferencia que muestra está haciendo que crezca un sentimiento de  impotencia e indignación que va a acabar con el pacifismo en las calles… Nunca jamás he sido violenta, y espero no serlo nunca, pero le aseguro que su pasividad ante los gritos de justicia está haciendo que la impotencia y las ganas de cambiar las cosas se apoderen de mí de forma incontrolable. Permítame decirle también que no somos imbéciles, que sabemos que no es fácil ponerse al frente de un país, pero no puede engañarnos y hacernos aceptar que los rescates estatales a bancos de inversión son necesarios, pero invertir dinero en educación y sanidad es algo que puede esperar. Tenemos miedo a perder nuestros derechos, miedo a dar pasos atras como los cangrejos… Su partido siempre se ha caracterizado por esa fe en la privatización y en los mercados, como si la mano invisible de Adam Smith no se hubiera mostrado ya como un fantasma.  Permítame decirle que sin lo público estamos perdidos, que sin lo público no avanzamos y que como dijo Edmund Burke:  “Toda sociedad que destruye el tejido de su Estado no tarda en desintegrarse en el polvo y las cenizas de la individualidad”. Creo que no es difícil de entender para un órgano de gobierno preparado y formado que los servicios públicos permiten que la eficiencia no se mida sólo en términos económicos, permiten que sea posible que un tren pase por un pueblo a pesar de que no sea rentable, sólo por el mero hecho de prestar un servicio social. Eso es Estado de Bienestar. Podemos entender la magnitud de la crisis financiera actual, pero no nos pida que entendamos que quieren quitarnos eso.  No se centren en políticas de 4 años vista que les permitan reducir las tasas de paro o ajustar las estadísticas a lo establecido por la Unión Europea: los números engañan y esconden realidades en las que tienen que hurgar si quieren, de verdad, hacer algo por los españoles. Su misión no es arreglar la coyuntura para que le voten en las próximas elecciones, es modificar la estructura para que las cosas puedan ir, poco a poco a mejor, y el desarrollo sea sostenible y sostenido. Permítame decirle que no voy a quedarme en casa viendo como destroza el Estado de Bienestar. Sé que no va a escucharme, ni a mí, ni al resto de gente de la calle, por eso le recomiendo la lectura de un libro en el que Tony Judt explica muchísimo mejor todo esto, se titula Algo va mal. Y eso es algo que sabe usted, sabe su  gobierno, y sabemos todos nosotros.
Aunque sea el Presidente de España, no se le olvide que debería de estar a nuestra total disposición, y que al fin y al cabo, de eso va una democracia.
Gracias por su atención

Mónica